A partir de la posesión de Donald Trump en enero de 2025, se espera que Estados Unidos adopte una política migratoria más estricta y controles más exhaustivos para quienes buscan visas y residencia permanente para este país.
El presidente electo ha prometido reformar el sistema migratorio, el cual estará enfocado en propender por la seguridad nacional, buscando la reducción de la inmigración irregular mediante eventuales deportaciones masivas. Estos cambios no solo afectarán a aquellos que buscan emigrar a EE. UU. para trabajar o estudiar, sino también a turistas y visitantes temporales, quienes tendrán mayores controles.
Asimismo, es posible que la nueva administración promueva la eliminación definitiva de la acción diferida para los llegados en la infancia (Daca), lo cual podría afectar a cientos de miles de jóvenes indocumentados que crecieron en EE. UU.
Además, es probable que suspenda o limite los estatus de protección temporal (TPS), un programa que beneficia a personas de países afectados por desastres naturales, conflictos armados u otras circunstancias extraordinarias y de carácter temporal, el cual permite obtener un documento de autorización de empleo, autorización de viaje y el derecho a no ser removidos de territorio estadounidense.
Dentro de los efectos que se prevén por los cambios en la política migratoria estará también la dilación en los tiempos de procesamiento de visas. Se recomienda estar preparados para un aumento en el escrutinio y los procesos de verificación para los solicitantes de visa de trabajo y de residencia, con controles más exhaustivos.
El aumento de los filtros de seguridad podría resultar en nuevos requisitos para la solicitud de visados, las entrevistas personales durante las solicitudes podrían ser más comunes y las tasas de negación de los permisos más altas, lo cual afectará especialmente a los sectores de la tecnología, salud y el turismo, que dependen en gran medida de los trabajadores migrantes.
Si bien Trump se ha mostrado a favor de atraer talento altamente calificado, los empleadores probablemente deberán enfrentar mayores costos administrativos, además de estar sujetos a auditorias periódicas sobre su cumplimiento en materia de inmigración.
Frente a la visa H-1B se espera que los criterios para la aprobación de esta categoría de visa sean más restrictivos. Posiblemente se aumentará la base de los salarios que deberán percibir los aplicantes para este tipo de visa, y se les dará prioridad a los trabajadores estadounidenses, incluso para aquellos que se desempeñen en los campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). En general, se buscará reducir la presencia de trabajadores extranjeros.
Para aquellas personas que buscan migrar a través de rutas irregulares, deberán tener en cuenta que se tendrá un control fronterizo más estricto con miras a disuadirlos de emprender el viaje en estas condiciones.
El retorno de Donald Trump a la presidencia consolidará un entorno migratorio mucho más restrictivo, impactando significativamente a colombianos y otros inmigrantes en su estabilidad y proyectos en ese país. Quienes ya estén residiendo legalmente enfrentarán incertidumbre respecto a su estatus migratorio, ya que las revisiones de antecedentes podrían endurecerse.
Para quienes residen sin estatus legal, el riesgo de deportación aumentaría. En general, los colombianos verán limitaciones en el acceso a oportunidades de crecimiento profesional, educativo y familiar en EE. UU., lo cual podría representar un obstáculo significativo en sus planes a largo plazo.
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